miércoles, octubre 17, 2007

"PALABRAS INSIGNIFICANTES" (...su gran importancia)

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...como os explicaría yo esto, no es nada fácil, no. Tampoco sé como ni en que momento exacto de mi infancia, sucedió que las palabras adquirieron vida propia independientemente de su significado. No todas las palabras, claro, un "huevo frito" no deja de ser nunca un huevo frito, así como una "tostadora" es estrictamente un maquinolo que hace tostadas, ni más ni menos. Y sin embargo, un "carámbano", por ejemplo, es algo más que un pedazo de hielo con forma puntiaguda, es una palabra digna de pronunciarse -carámbano- independientemente del contexto y del significado -carámbano- ya sea un trozo de hielo, una especie de morsa groenlandesa o una marca de cereales dietéticos, a uno le apetece decirla de vez en cuando, tiene vida propia.

Así, ya de muy niño, y gracias a la radio o al televisor, desarrollé la habilidad de memorizar las palabras que poseían esta cualidad, sin preocuparme por su significado, que siempre me pareció un aspecto sin mayor relevancia, con el consiguiente asombro de mi familia, que quedaban de hielo (si, como un carámbano) cuando yo aseguraba que la tortilla de mi madre sentaba jurisprudencia, que lo malo de mis hermanos es que eran equidistantes o que no quería ir al colegio porque no tenía parangón.

Según fui cumpliendo años, resultó inevitable el aprendizaje del significado de estas palabras, sintiéndome obligado a emplearlas en su contexto, así las cosas no me quedó más remedio que forzar la situación oportuna, como aquella vez que aprovechando la siesta del tío Luis, colgué su peluquín de la lámpara del salón, para, una vez descubierto, incorporarme de un brinco y poder gritar: "esto es un dislate y una ignominia".

Tampoco en el colegio, me procuró esta manía muchas satisfacciones, al contrario, no me hizo muy popular entre mis compañeros, en parte por culpa de Manolo, repetidor con más biceps que sesos, cuya hermana era afortunada poseedora de unos pechos descomunales e impropios de su edad, que al pasar provocaban los comentarios de admiración que los muchachos dirigían a Manolo "vaya par de tetazas tiene tu hermana", éste sonreía, se sentía orgulloso de que semejantes pechos perteneciesen a su familia, hasta el día que se me ocurrió advertirle: "tu hermana tiene unos senos ciertamente voluptuosos" Manolo enmudeció, dudó un instante antes de romperme un premolar de una leche. (me tienta escribir que fue un mandoble, porque es una de esas palabras... pero no, no , esto fue definitivamente una leche.)

Pudiera parecer, que académicamente este hobbie podía reportarme algún tipo de ventaja, nada más alejado de la realidad, en lengua, me empañaba en asegurar que todas las figuras literarias eran onomatopeyas o en su defecto retruécanos, mientras que en matemáticas buscaba desesperadamente hipotenusas en pentágonos y rectángulos. Aunque no es menos cierto que, despertó mi interés por la química, donde todo eran hipocloruros, bismutos y percloratos.

A pesar de los no pocos disgustos que me ha procurado esta manía, temo que sigo manteniéndola hoy en día, porque si bien, este post puede parecerte en un primer momento un absurdo sin sentido, en realidad lo he escrito porque se trata más bien de un dislate y una ignominia.

P.D. : ... carámbano.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no
aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era
una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo.
Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario
misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

Julio Cortazar

Anónimo dijo...

Pues a mí me defraudó mucho comprobar con los años que muchas palabras que tenía bien aprendidas, de pronto no se pronunciaban como yo creía, lo cual repercutió en un proceso de readaptación, similar al que nos imponen ciertas marcas comerciales al cambiarle de pronto el nombre a las natillas de toda la vida.

Así, mi gran decepción al comprobar que debía limpiar la mesa con la BAYETA en vez de con la PALLETA, o de que debía CERCIORARME de haber cerrado la puerta con llave en lugar de CERCIONARME. Me consuelo pensando que mi madre sigue diciendo que somos todos unos DELICUENTES.

Besotes, repámpanos.

Anónimo dijo...

Pues a mi me has dejado sin palabras, solo noto como una sensación de placer y alivio por el cuerpo al pronciar las palabras de tu post en alto.
Estoy peor que tú, no? xD

La reina de la miel dijo...

Jajaja...¡excelso! xD